el hombre en la noche

el hombre en la noche

diarios oníricos


El hombre en la noche enciende una luz para sí mismo (Heráclito)



14 ene 2014

la cama




Hay una cama espaciosa y alta. No hay sábanas ni edredón. Alguien duerme junto a mí. Esta persona se levanta de vez en cuando y se mueve por el cuarto. Luego sale y al volver no es el mismo individuo que estaba antes. Quien sea se acuesta también en el hueco vacío sin hacer ruido. Al cabo de un tiempo se levanta y va hacia el fondo. Se agacha, se acurruca en un rincón, susurra, permanece escondido en el ángulo oscuro. Vuelve pero no es la misma persona, es otra que llega con intención de echarse en la cama sin preguntar. Quien sea está desnuda, el cabello le cubre la espalda y se sienta inclinada al borde de la cama. Apoya sus manos en las rodillas y mueve la cabeza arriba y abajo. Yo me incorporo al escuchar el roce seco de unos chasquidos que no identifico. La mujer que está sentada en la cama juguetea con unas canicas y las hace golpear, las pasa entre los dedos. El ritmo se hace más rápido y me desagrada. Ella se acuesta y deja caer las canicas, que ya no son una ni dos ni tres, son muchas más, y están formadas de materiales diferentes. Cada canica suena con un sonido distinto en aquel goteo que no se detiene. La mujer primero no dice nada. Se queda mirando el cielo raso de la habitación. Yo me quedo contemplando el cielo raso del cuarto. Extiendo la mano hacia el techo. Extiende el brazo paralelo al mío. Habla: ¿conoces la voz del yin yang? Le digo que no. Con su mano en alto dibuja de nuevo un juego malabar con unas canicas más grandes que ha vuelto a sacar. Las canicas entrechocan entre sus dedos frágiles y producen un sonido metálico que se extiende. Su voz es también débil pero entera. No tiene demasiada fuerza pero no quiebra. ¿Nunca habías escuchado esta voz?, dice. Qué voz, cuál de las dos voces, digo. Ésta, dice. Percibo un calor próximo, me muevo hacia la voz, pero al darme media vuelta el calor, espeso, no tiene rostro. Estoy allí solo. En una cama amplia, fría. Se resiste a apagarse el eco.