el hombre en la noche

el hombre en la noche

diarios oníricos


El hombre en la noche enciende una luz para sí mismo (Heráclito)



16 ene 2014

ven




Recibo un sms en el móvil. Me agito. Solo un modo verbal. Conciso, categórico, seco. Ven, dice. Pienso en el verbo al que pertenece, lo enuncio. Conjugo el imperativo mientras me siento sobre un sillar del cruce de caminos de la ciudad en ruinas. Es un modo muy breve y como receptor del mensaje lo percibo con efecto parálisis. Todo lo imperativo es siempre reductor, exigente, implacable. El mensaje termina ahí, en tres letras. No aparece el nombre del emisor por ninguna parte. No siendo mis dedos muy diestros con el teclado salgo y entro del sms, buscando sin acierto quién me ordena, quién me escribe, quién pretende. Logro abrir de nuevo el correo. Ya no hay tal ven. En su lugar aparece una palabra más larga pero con caracteres que no son latinos. El ven sigue rondando en mi memoria, pero ese cirílico antiguo me desarma. Sigo manipulando el teléfono. Un sonido prudente me avisa de que hay un sms nuevo. Ven pronto, dice, como si quien me escribe me estuviera viendo despistado desde alguna atalaya oculta. Tampoco aparece un nombre. En su lugar un número de muchas cifras que, a medida que lo hago avanzar, se prolongan como si se tratase de la transcripción infinita de π. No sé qué pensar y las letras del mensaje se van haciendo más grandes. Empiezan a acercarse algunas personas, tratan de saber qué pone en la pantalla del móvil. Podría preguntar qué se debe hacer en estos casos. Pero la gente que me rodea no habla mi idioma. Entro de nuevo en el apartado de sms recibidos y ahora la palabra que aparece es incompleta. Ve, dice. ¿Le falta una letra o es otro verbo? Si es un verbo diferente también cruje como imperativo, pero entonces hay otra voz detrás. Me turba que me zarandeen dos voces, aunque bien pudiera tratarse de un juego con única procedencia. Sigo pulsando dígitos y el móvil se calienta. Mis dedos sudan, el teléfono se humedece, mi mano se incrusta. ¿Qué decía el mensaje de antes que no doy con él?, me pregunto. Ah, sí: Voy. La ciudad está a mis pies, pero no postrada, sino sumergida. Yo decrezco.